Pilotarien Batzarra en Barcelona

Tenía ilusión por volver a Barcelona. Para mi es una ciudad repleta de recuerdos a la que le tengo especial cariño. Pase allí año y medio, viviendo en las Ramblas, como muchos pelotaris en aquella época. Eso deja huella y me apetecía recorrer tras esas huellas aunque fuera un fin de semana. Cuando en la asamblea de Pilotarien Batzarra se planteó la posibilidad de que la fiesta anual se celebrara en la ciudad condal, pocos fueron los que creían que esa idea se convertiría en realidad.

Nos recibió Barcelona con un sol mediterraneo y una humedad parecida a la una sauna de vapor. Que contraste pasar de una ciudad como Donostia donde todo queda a mano, a esa gran urbe que es la Barcelona cosmopolita. Nos encontramos con Mirapeix en las Ramblas, nada más llegar. Nos dijo: «Vamos a morir de éxito», al referirnos a la enorme cantidad de turistas que visitan la ciudad.

Caminas por las Ramblas y el idioma dominante es el inglés, el castellano poco, menos el catalán. Definitivamente, nuestros dominios en la época del «Palace», los han tomado los extranjeros que vienen de todas partes. Hasta el recepcionista del hotel se te dirige en la lengua de Shakespeare. Debe ser la inercia.

Han desaparecido los puestos de venta de pájaros, será por la higiene, tal vez alguna asociación en defensa de los animales. Los puestos de venta de flores naturales apenas existen, ahora las mezclan con cactus y sobres de semillas de tomates, pimientos etc. Los kioskos de venta de prensa pertenecen a una franquicia y están saturados de merchandising del Barsa… Aún así, las Ramblas conservan su encanto. Sobre todo cuando te acercas a la Rambla Santa Mónica y comienzas a identificar aquellos lugares que conservabas en tu memoria.

La entrada del frontón Principal Palacio, la del Colón, la cafetería Cosmos, el Amaya, Casa Juan (ahora Joan); el callejón del Museo de Cera donde estaba nuestra pensión (el edificio ahora alberga oficinas de servicios de la Diputación). Dimos una vuelta por la Plaza Real y después hacia arriba nos adentramos por Puerta Ferrisa hacia la catedral. Pateamos la ciudad como en los viejos tiempos y exhaustos pero contentos esperamos a que llegara la expedición donde venían los amigos, los que fueron algo más que tus compañeros años atrás. Los mismos que cuando te juntas aunque sea una o dos veces al año, hablas como sí hubiera sido ayer y te ríes y el tiempo pasa volando y más cuando vas por un fin de semana.

Que magnífica oportunidad la nuestra el juntarnos en Barcelona, con el pretexto de la fiesta de Pilotarien Batzarra. Les esperamos en el hotel y nos dirigimos a la Plaza Real, el hotel estaba en la Nou Rambla (en la época de Franco, Conde de Asalto, donde había un cine que me hace recordar a una película de Woddy Allen vista allí y titulada: «Toma el dinero y corre». Un poco más atrás, se hallaba el «Barrio Chino»).

Idoia, Marijo , Mari Pura, Mertxe, Katxin, Arratibel, César, Cristóbal Ortiz, Kasildo, el «Chino», «Jibaro» Gisasola, Juan Anjel Ibarra-Maruri-edo Garro (el Chiquitín de Aulesti) a la búsqueda de un lugar para saciar el hambre, tarea nada fácil a las diez de la noche en una zona plagada de turistas que obligan a hacer una cola de media hora de espera antes de subir a la planta de arriba donde acabas brindando con cava con tus amigos y te sientes feliz porque la vida también es bella y merece la pena vivirla.

Tenía las mejores expectativas y se cumplieron, los «catalanes», los Mirapeix, Brugues, Borja Arriaga, Martínez de Argote… son gente hospitalaria, te hacen sentirte querido. Además, son unos buenos organizadores.

Recuerdo haber vuelto a Barcelona a jugar algún festival, en la década de los ochenta, organizado por los Mirapeix y Cia. Nos trataban de maravilla. Las pocas veces que me sentí deportista y no trabajador de una factoría.

La fiesta anual de Pilotarien Batzarra comienza con una misa. A las diez y media de la mañana la capilla dentro de la basílica de Santa María de Pi estaba repleta de pelotazales venidos de distintas procedencias. Todos relacionados con PB. Oficio la misa el padre Manel, todo una institución en Barcelona, condecorado por su labor social con los más desfavorecidos con la orden de San Jordi, por la Generalitat de Catalunya.

El padre Manel es un personaje mediático, en palabras de Agustín Brugues, que fue quien nos introdujo al padre Manel. Un comunicador que se gana la simpatía de sus feligreses y de los que no lo son por su sentido del humor. Verles dialogar detrás del altar a Agustín Brugues y al padre Manel es lo más parecido al «club de la comedia». Son geniales. El padre Manel un hombre que según me confeso después de la misa ha corrido la maratón de Donostia en nueve ocasiones.

A unos minutos de la basílica de Santa María de Pi esta el Ayuntamiento donde nos esperaba el político de CIU, Borja Arriaga (hijo de nuestro amigo Henri y de Ana). Acompañado de una guía nos enseñaron de arriba abajo el salón de plenos y salas del Ayuntamiento de la capital condal. Cuadros pintados por Sert cuelgan en las paredes testigos de parte de la historia de Catalunya. Interesante y además acogedor (se agradecía la frescura de su interior ya que fuera hacia un calor pegajoso).

Pero había que continuar con el programa. La siguiente cita era en el frontón Principal Palacio. Nuevamente la expedición de Pilotarien Batzarra se encaminó, esta vez, hacia la Rambla Santa Mónica. Un lugar conocido.
(continuara)

 

Deja un comentario