Alain Juppé sí estuvo en Hossegor

Mi querido Bandini, hace semanas que no te escribo. Después de la visita inesperada de Woody Allen no he vuelto a contarte cómo va el verano. Tampoco tú me has escrito. Imagino que estarás inmerso acabando el guión de “La perrita que ríe” para la nueva película.

El jueves pasado fui de excursión a Hossegor. No se si habrás oído hablar de este pueblo situado en Las Landas, territorio francés, a una hora de coche de San Sebastián. Hossegor es una localidad veraniega. Por estas fechas los turistas invaden la zona, en busca del sol, de la práctica del surf; ambiente playero, estilo californiano pero en Francia. Te puedes hacer una idea.

Hossegor tiene, además, un frontón largo, cubierto. El frontón de estas características más antiguo del estado francés, se inauguró el año 1958. Y si mis datos no son erróneos, se jugó ese año el Campeonato mundial de cesta-punta de aficionados. La pareja mejicana, Zubikarai y Hamui, siendo los vencedores.

Llegamos con antelación, una hora antes de que comenzara el festival. Dentro de una semana dará comienzo la cumbre del G-7 en Biarritz y temíamos que iba a haber colapsos en la frontera, bouchon como dicen los franceses. Pues nada, pasamos la muga como si nada, sin retenciones.

Alrededor del frontón no hay más que casas residenciales rodeadas de pinos, Las Landas es una zona de miles o de millones de pinos. Justo a un lado del frontón para el jai-alai, hay una cancha de rebote, que también sirve para la práctica de otra modalidad, la grand xistera. Una cancha bien cuidada frente a un magnifico edificio sede de un hotel o casino.

Sentados en un banco disfrutamos de la tarde soleada, una ligera brisa mecía las ramas de los pinos. La gente, el público que acudía al festival de cesta-punta, iba llegando a pie, en bicicleta, en automóviles, por parejas, grupos, familias, amigos. Turistas vestidos de manera informal.

Se me acerca un antiguo conocido, un Campeón de Francia de cesta-punta. Nos saludamos. Habla un correcto español. Sabes, Bandini, resulta curioso la cantidad de franceses que hablan español por estas zonas limítrofes. Siempre me ha llamado la atención. No tanto como en Los Angeles (California).

Esperan una buena entrada, me dice. Es más, es de venir Alain Juppé. Un ex primer ministro de Francia (dos años). Alcalde de Burdeos durante 22. En la actualidad miembro del Consejo Nacional, una especie de comité de sabios, supongo. “Tiene casa aquí, en Hossegor”, me dice el antiguo Campeón de Francia.

Seguro que ha sido idea de él organizar el G-7 en Biarritz, me digo a mi mismo. Esta gente barre para casa. Porque Bandini, no sabes bien la que se va armar esos días de finales del mes de agosto. Si normalmente hay un tráfico infernal en Lapurdi, imagínate lo que va a ser. Lo podían haber organizado en el desierto del Mohave.

Desde luego, si consigo estar con monsieur Juppé, lo primero que voy a preguntarle es por lo del G-7. No me voy a cortar un pelo.

Entramos al frontón y las gradas están casi llenas, los turistas no paran de llegar. Voy ojo a vizor. Guardaespaldas, gente trajeada, todo me vale para localizar a monsieur Juppé. Nada. Todo el mundo viste de corto (yo soy la excepción), chancletas, gafas de sol, mochilas, riñoneras… Tan solo les faltan las toallas de playa y la sombrilla. Será que todavía no ha hecho acto de presencia el señor ex ministro. Un par de tipos sospechosos de ser guardaespaldas llaman mi atención, pesarán más de 120 kilos cada uno. Visten de pantalón corto. Uno de ellos lleva bigote y perilla. Tiene los gemelos más voluminosos que he visto en toda mi vida, parece que lleva una raqueta de tenis incrustada debajo de cada rodilla. No. Los descarto enseguida cuando los veo juntarse con sus respectivas y los críos comiéndose unos helados.

En la cancha un comentarista de unos cuarenta años vestido con camisa blanca de manga larga recogida en los codos, pantalón de piquillo, tan pegado a los tobillos, que me cuesta imaginar cómo podrá quitárselos cuando llegue a casa. El speaker va dando toda clase de explicaciones a los turistas. En qué consiste el juego, la modalidad de quiniela que hará de entrante antes del plato fuerte, la semifinal del campeonato. Es un profesional, salta a la vista. Tiene una facilidad de comunicación extraordinaria. No me extrañaría que presente él mismo los partidos de Grand chistera los lunes, los festivales de “vaquillas landesas” los martes, o los shows con los coches de ruedas gigantes aplastándose los unos a los otros los viernes.

Como te decía Bandini, ésta es una zona turística. Hay que darles entretenimiento. Comienza la quiniela. Seis parejas que jugarán media hora. En esa franja de tiempo, la pareja que más tantos logre será la pareja ganadora. Todos los jugadores son franceses. Juegan bonito. Algunos se manejan mejor que otros pero el comentarista juega un papel primordial. Pone la salsa. No quiero imaginarme qué sería de este lever de rideau sin el comentarista. Algo tan soso como un partido de pelota a mano sin corredores.

Mientras disputan la quiniela, no pierdo el tiempo. Sigo infructuosamente buscando a monsieur Juppé. ¿Llegará justo antes del partido? Seguro que anuncian su llegada. Es un puntazo para la organización que un político de la talla de Alain Juppé haga acto de presencia. Con lo patriotas que son los franchutes.

Ya están los cuatro pelotaris en la cancha. El comentarista sigue con sus explicaciones. Lo que llego a entender con mi francés de bachillerato es que estamos ante un duelo France vs. Espagne. Dos pelotaris franceses: Lesbats y Minvielle contra dos “españoles”: Zulaika y Ekhi. Hay que darle mordiente al show. Motivar al personal, implicarlos de alguna manera. Lo identitario mola en todas partes, en Francia más.

Arranca el partido sin señales de monsieur Juppé. Lesbats, el pelotari local, a las primeras de cambio, no se anda con chiquitas. Remate de costado. Dos-paredes con la derecha. Entra al saque a la mínima y dispara con un desparpajo asombroso. Minvielle domina en la zaga con su revés de tiralíneas y, Lesbats, finaliza el tanto. Esta será la tónica durante el primer set. Zulaika y Ekhi parecen sorprendidos. No se esperaban algo así. A pesar de todo, van arañando tantos a base de forzar el peloteo. Zulaika ha dejado su traje de luces en el vestuario y se ha enfundado el buzo. Toca trabajar. Esperar a que se desgaste el juego agresivo del delantero francés. No es normal que entre al bote-pronto con una soltura pasmosa y devuelva la pelota rematando a dos como el “Cacharritos” Alberdi en el frontón de Miami.

Admiro el juego agresivo de algunos pelotaris franceses como Olha, Olharan o Lesbats. Juegan con arranque y cuando rematan lo hacen sin miramientos. Tengo una hipótesis, Bandini. Estos pelotaris han jugado a Grand chistera. Con una sola pared, el frontis, sin pared izquierda. Peloteos eternos con pelotas muertas. Rematan ocasionalmente de cortada o de costadillo. Un remate sin pared izquierda pierde toda su mordiente salvo que lo hagas con determinación, dándole mucha velocidad a la pelota. Tratando de desconcertar al rival. Estos mismos cuando juegan con pared izquierda conservan esa influencia y se encuentran como los niños con zapatos nuevos al poder echar mano de esa pared. Si eres capaz de rematar sin pared izquierda, qué no sentirás al poder utilizarla. Ocurrencias mías, Bandini.

Los franceses seguían dominando el set con los vascos siguiéndoles de cerca. Lesbats ejerciendo de percusionista y Minville de contrabajo. Una combinación perfecta. Además, no te lo pierdas, el comentarista jaleando al público constantemente: ¡Allé le rouge!.. Así todo el primer set. ¿Dónde está el fair play, la politesse francesa, Monsieur Juppé?

Lo curioso es que lo que iba a parecer un paseo triunfal de los franceses, tanto a tanto, Zulaika y Ekhi, en territorio hostil, en una cancha larga y pesada, con unas pelotas bajas. Condiciones adversas, en definitiva. Mantenían el tipo, como dicen en el golf: agarrándose al campo. En un partido que se estaba convirtiendo en una pelea callejera, donde Ekhi se estaba llevando la peor parte. El chico es todo pundonor. Su estilo es el contrario de Minvielle. El de Gasteiz es un pelotari que a pesar de llevarse una paliza brutal, besar la lona, rodilla en pie, es capaz de levantarse y seguir peleando aunque tenga los ojos morados y la vista borrosa.

Llegaron al final del primer set con tres tantos de desventaja, 14 a 11. ¡Allé le rouge! Iba funcionando. El público entregado. Una cortada de Zulaika. Una picada de Ekhi. Un rebote de enmarcar de Zulaika. Empate a 14. ¡Allé le rouge!.. ¡Allé le rouge!… el speaker . ¡Allé le rouge! rugía la grada. Sólo le faltó al señor comentarista invocar la ayuda de monsieur Juppé, que seguía sin dar señales de vida.

Tanto peloteado el último del primer set. Lesbats sin tanto atrevimiento, limitándose a no perder. Minvielle buscando la chula. Ekhi estirando los brazos y piernas como un kick-boxer. Lesbats decide arriesgar y tira un dos-paredes de derecha. Zulaika llega y remata de cortada. Es tanto. 15 a 14, la Espagne ha ganado el primer set a la France. Todavía queda partido.

El speaker se pone las pilas. “¡Allé le rouge!”… jalea al público y éste responde a una… ¡Allé le rouge! Si en el primer set han llevado la iniciativa los franceses, a pesar del resultado final, el segundo set lo llevan en volandas. La superioridad es manifiesta. Lesbats al ataque de nuevo. No quiere sorpresas de última hora. Minvielle al contrabajo, dun dun dun… martillea la zaga. Ekhi hace aguas. Zulaika parece dosificar la fuerzas pensando en el tercer y definitivo juego. El público, las aproximadamente 800 personas, ven como sus caballos llevan ventaja. El set se va en un suspiro.

Tercera manche. El pase a finales se juega a cinco tantos. Lo hecho hasta ahora no vale. Han empatado a un set y en unos minutos una de las dos parejas consegurirá sumar cinco tantos. Peloteo desde el inicio. Zulaika ataca la zaga. Sabe que Minvielle nunca te ganará un partido, Lesbats, sí. Ekhi se ha crecido. No es el del segundo set. Mete la derecha arriba abajo. Lesbats pega palo. La estrategia funciona. Alejar la pelota del peligro, de los cuadros alegres. Los vascos van arañando tanto a tanto. Se ha agarrado a un clavo ardiendo y son capaces de soportarlo. En un santiamén se ponen 4 a 1. Parece que todo está resuelto. Sin embargo, Lesbats arriesga y consigue dos tantos de remate. Un dos-paredes de derecha y un costado a dos. Peligro. Se masca el empate a cuatro tantos. El tanto se convierte en un duelo entre los dos zagueros. Minvielle martilleando con el revés. Ekhi se defiende heroicamente. Encesta pelotas inverosímiles al fondo de la cancha, pegado a la pared izquierda. La tensión es máxima en las gradas. Lesbats consigue encestar una pelota que Ekhi no ha podido arrimar. El de Hossegor no lo duda y remata a dos paredes. Zulaika está atento. Esta vez no ha conseguido sorprenderle. Encesta la pelota pegado a la red y suelta un trallazo, una cortada milimétrica. Bien cruzada. Ni Lesbats ni su zaguero consiguen tocar la pelota. Se acabó el partido. Desolación en las gradas.

Imaginate, Bandini, cómo acabé el partido de los nervios que ni me acordé de monsieur Juppé. Si estuvo o no estuvo. Ya tendré tiempo de acordarme de él porque el miércoles, día 20, volvemos a Hossegor. Si conseguimos llegar. A lo mejor el señor ex ministro nos consigue un salvoconducto.

Disputarán la final contra Olha y Aldazabal, palabras mayores. En una cancha que les va como anillo al dedo. Olha es una versión mejorada de Lesbats. “Látigo” Aldazabal, el revés más rápido de la lejana costa este americana, vendrá con ganas de revancha tras lo de Lekeitio… ¿Se pondrá Zulaika el traje de luces, jugando a al ataque o el buzo de trabajo? Ekhi, Ekhi… le estoy viendo, después de doblegar al “Mariscal” en Hondarribia,repartiendo estopa, crecido como lo exige una gran final.

La final, con o sin la presencia del señor Juppé, se presenta apasionante. Te seguiré informando, Bandini.

P.D.

Me dijeron al finalizar el partido que monsieur Juppé se reunió con los pelotaris para saludarlos, en un cuarto de los vestuarios, donde guardan las pelotas y arreglan las cestas. Discreción total, el G-7 en unos días, en la vecina Biarritz.

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