Despedida apoteósica

Hollywood, Florida
Escribo a la carrera, con pocas horas de sueño y la emoción metida en el cuerpo. Anoche vivimos en el Palace de Dania, una noche inolvidable. Si la despedida oficial es hoy domingo, la de anoche tuvo ingredientes de ser la verdadera.
En estos momentos a uno le gustaría tener el talento narrativo de los grandes cronistas del jai-alai: Secades, Aitona o Turrillas. Fue tan grandioso lo vivido, tan emotivo que… ¿cómo lo cuentas? ¿Cómo transmites lo vivido?
Desde la mañana, en la matiné, el ambiente era festivo. Las gradas casi llenas. Se notaba que la comunidad del jai-alai respondía a la llamada. Quería estar presente.

En la cancha, cuando aprecias que los pelotaris están dando más que el cien por cien, cuando ves a veteranos como Chasío que llegaron con 17 años y, ahora, pasada la barrera de los cuarenta, dejan destellos de clase, una Guillermina, un costado en duplas a resto de saque, algo se presagia.

El precio de ganar una quiniela se encarece, todo el mundo se esfuerza. Las gradas llenas contribuyen al nivel del juego exhibido. Siempre ha sido así.

En la función de noche se esperaba una gran asistencia. Así fue. Cuando entré en el frontón, me costó atravesar el pasillo que lleva al fondo. Caras conocidas, amigos que no había saludado en años, más de cuarenta algunos de ellos.

Grandes estrellas del pasado. Arra I, Irastorza, Chimela, Joey, Saéz… una lista que se me hace imposible de recordar. Docenas de cholkis (amateurs americanos) venidos de otras partes de Florida y de fuera del Estado. Jeff “Laka” Conway, Loren Harris venido de California, otra lista de incondicionales que se sumaron a la despedida. Porque no hay que olvidarlo. La de anoche fue una despedida. A lo grande.

Hubo desfile de pelotaris, entrega de obsequios y galardones a lo más destacados. Discurso de agradecimiento del intendente, Benny Bueno. Palabras de Arrieta. Una ceremonia entrañable. Los dueños del casino-frontón apaludiendo a rabiar.

Faltaba lo mejor de la función. Dos partidos a 12 tantos. Dos regalos para la fanaticada reunida en el Palace, lo que queda de él

Iturbide y Salegi se enfrentaban a Johan y a Yeche. Un navarro y un marquinés contra un biarrota (Biarritz) y un pelotari de Zuberoa, dos vasco-franceses. La pelea a 12 tantos prometía.

No defraudó a nadie. Jugaron a la pelota. Se batieron como jabatos. Comenzaron dominando la promesa del jai-alai que es Johan y esa delicatessem de pelotari que es Yeche.

Iturbide es un pelotari que si viene acertado es peligroso. Ayer puso a prueba a sus rivales. Destapó el tarro de las esencias. Y, Salegi, ¡ay Salegi! Ayer se convirtió en GRANDE Salegi. Se movió como un felino, cubrió cancha, y atacó con la derecha soltando zarpazos que hicieron daño. Ofreció un recital de lo que es jugar a cesta-punta. Se temía que no podría aguantar ese ritmo infernal de juego. Pero el ambiente, la adrenalina que produce, hizo que grande Salegi terminara en plan triunfal.

No fue más que un aperitivo el primer partido. El plato estrella venía a continuación.
Me lo advirtió mi amigo Steve “the Hook”. “Va a ser un partido muy apretado”, pronosticó.

Acertó de lleno. Lo que no me dijo fue que íbamos a ser testigos de una de las páginas más bellas escritas sobre una cancha de los últimos tiempos. (Por favor, vean el video y se darán cuenta de que no exagero).
Barandika y Leke son dos pelotaris de muchos quilates. Dos figuras punteras. El zaguero de Gernika, acaba de ganar el campeonato del mundo celebrado en Toluca (México). ¿Qué puedo decir sobre su paisano, Xabi Barandika? Uno de los delanteros más bonitos y eficaces para ver.

Se enfrentaban a Jon Zulaika y a ese desconocido fuera de Florida que es el vasco-francés Ladutxe.
No había nada en juego más que el deseo de estar a la altura de las circunstancias. No era una final ni había un suculento premio. Todo lo contrario.

Jugaron los cuatro horrores. (Por favor, vean el video). Tantos peloteados, encestes inverosímiles, remates de fábula.

La táctica desde el principio de Zulaika y de Ladutxe respondía al juego clásico. Pelota nueva, dominio del zaguero y aprovechar las ocasiones para rematar. Había que neutralizar la poderosa derecha de Lekerika, obligarle a pelotear. El zaguero de Gernika, aunque sea derechista, es un pelotari sólido que sabe defender, lo demostró en Euskadi. Hizo lo propio ayer noche. No recuerdo una pelota perdida por el recién campeón.

Su compañero, Barandika, jugó como se esperaba. Exhibición de piernas. Cubriendo cancha, encestando pelotas que provocaron exclamaciones de admiración en la grada. El elegante delantero hizo gala de lo mejor de su repertorio.

¡Ay, Ladutxe! Zaguero seguridad. Un seguro de vida. Un revés que pone al contrario pegado a la chula. Una derecha no violenta capaz de trastear e incomodar al delantero rival. Un enceste sin fisuras, pared izquierda o pegado a la pared del rebote. Encestó unos bote-corridos, unas cuchilladas por parte de Barandika, con la naturalidad de un Curro Romero en una de sus mejores tardes.

No hay zaguero que gane un partido sin la colaboración, la complicidad de un delantero acertado.
Jon Zulaika se la jugó y remató cuando hay que rematar, la mayoría de las veces con una precisión milimétrica, tanto de costado como de dos-paredes.

Empataron a once tantos y algunos pensamos que se tenía que haber parado el partido y dar por vencedor a las dos parejas. Después de semejante espectáculo. Qué menos.

Lo de menos es el final, el último tanto. Ganaron los cuatro, ganó el jai-alai. La gente, puesta de pie, les despidió con una ovación atronadora que a los más veteranos, Elejabarrieta II uno de ellos, nos hizo derramar lágrimas rememorando tiempos gloriosos.

Fue una noche de despedida. El cierre de un ciclo. No el final del jai-alai. Una modalidad como ésta, no puede acabar aunque sea de la manera en que se desarrolló el festival. A lo grande. Apoteósico.

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