Buscando a Bukowski

Quiero pasar a limpio una entrevista que le hice a Benny, el intendente de Dania, hace unos días. Busco un sitio tranquilo y me dirijo a la librería pública de Dania, a tan solo unos minutos del frontón.
La temperatura es mas bien fría para esta época del año, unos diez o doce grados Celsius.
La biblioteca publica de Dania es sencilla. Unas pocas estanterías de libros. Unas hileras de ordenadores, una sección para los niños y unas pocas mesas. La temperatura interior invita a pasar en ella un rato, más en mi caso, que necesito un lugar tranquilo. Huele a humedad y a orina.
La chica encargada de prestar los libros es una belleza de rasgos africanos y una sonrisa preciosa.
De un vistazo he buscado a Bukowski por toda la sala. Se que pasaba horas y más horas leyendo libros y escapando de la intemperie. Fue en una librería pública de Los Angeles donde descubrió a John Fante y a su Bandini; mi querido Bandini.
Otro gran escritor, Ray Bradbury, recomendaba a los aspirantes a escritor, que fueran a las librerías y leyeran todo tipo de libros, prosa, poesía o ensayo, en lugar de ir a la universidad a por un título.
No reconozco a nadie que se parezca a ellos. Solamente distingo a media docena de homeless de raza negra. Reposan en unos sillones con su mochilas y pertenencias a un lado. Están sentados con la mirada perdida y parecen no tener prisa. Un guardia de seguridad hace la ronda cada pocos minutos. Se acerca a los homeless y se les queda mirando unos segundos.
Intuyo que es para asegurarse de que no se duermen. Pienso que son medidas para que no utilicen las librerías para dormir.
Busco una mesa libre pero tengo que buscar otra, el olor es insoportable.
Me siento y me pongo a mi tarea. Pasar a limpio la entrevista-.
Miro al reloj y han pasado dos horas. Siempre que me pongo a escribir me pasa lo mismo, el tiempo fluye.
Levanto la vista. Nada ha cambiado en la sala. Los hombres de las mochilas siguen inalterables. El guarda de seguridad no descansa. Pasa revista uno a uno. Parecen viajeros en una estación esperando a un tren que nunca llega y nunca llegará. Cuando suban las temperaturas se irán y se irán a un parque y podrán sentarse y dormitar sin que el pesado de seguridad les moleste.
Busco una vez más con la mirada a Bukowski y no lo encuentro.
Tal vez maña vuelva. Me he acostumbrado al sitio y a sus olores.
Mañana miércoles se reanudan las funciones en Dania Jai-Alai en una semana decisiva donde se decidirán los puestos, la clasificación final, antes de afrontar las eliminatorias a partido único. Disputándose las finales a finales de enero.
No es el Winter Series de Gernika, pero promete interesantes partidos.
Sería fantástico que los ganadores de este torneo pudieran acceder o al menos sumar puntos para optar al próximo Winter Series. Pero esto es mucho soñar, algo lógico cuando escribo rodeado de libros de ficción.
Recojo mis cosas y las meto en la mochila. Me dirijo hacia la salida.
Escucho una voz a mi espalda. Giro y es la chica de los préstamos de libros. “Are you a writer?”…
“Well, a sort of”… le digo que he venido de Europa a escribir sobre jai-alai…
Oh! jai-alai, that’s cool”.
Me pregunta cuantos libros tengo publicados. Le digo que uno y otro en camino.
Do you have an agent here in the US? Le contesto que no, pero que en Europa sí.
Mister Akarregi is my literary agent.
Sounds Italian”, me dice.
No, as a matter of fact he’s from Markina, a village where most of the players come from”.
“Ok, I see. If you need any help, let me know it».
Fuera hace fresco y me subo la cremallera de la zamarra. Para mañana anuncian subida de temperaturas. El puñado de hombres que esperan dentro lo agradecerán.

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