El Ezkurdi fue una fiesta

Estimado Juanito
El lunes estuve en tu pueblo, Durango. Llegamos una hora antes de la hora prevista de que empezaran los partidos. Ya sabes, por eso de que: “al que madruga, Dios lo ayuda”. Al no ser las entradas numeradas y a sabiendas de que todo el papel esta vendido, mejor acercarnos al Ezkurdi cuanto antes.

Había llovido y la gente abarrotaba las terrazas de los soportales de la plaza. Enseguida nos percatamos que la hilera de gente para entrar en el recinto llegaba hasta el “Alex”. Sin embargo, en unos minutos estábamos a punto de entrar. Me fijé en la taquilla y no estaba Javi “Parkatu” en su puesto, en su lugar una señora daba explicaciones. En la puerta de entrada tampoco estaba Rafa Revuelta…
Un chaval con un artilugio en mano iba cerciorándose de que nuestras entradas (en el teléfono móvil) eran las correctas.

Mi mente voló, Juanito, a los tiempos en los que de vuelta de Barcelona o de Milán, nos acercábamos el Ezkurdi para ver a las figuras. Había que decirle a Rafa Revuelta que eras pelotari para poder entrar sin pagar.
¡Vaya apuro! No sabías cómo iba a reaccionar. Si con una enorme sonrisa: “¡Pasa, chaval!”, o bien, se te quedaba mirando, dubitativo, por si le estabas metiendo una trola.
A Rafa Revuelta, un empleado polivalente de los hermanos Piedra, no se le escapaba una.

Tendrías que ver el viejo Ezkurdi remodelado, Juanito. Está irreconocible. Lo que no consiguió Aitziber, la hija del “Flaco”, lo ha conseguido Sorkunde, la alcaldesa actual.
No hay escaleras, son rampas por las que accedes a las gradas inferiores. Han pintado de negro la cancha y las butacas son nuevas. Todo luce de maravilla a primera vista.
Nada más llegar a la grada, eché de menos aquello que me impactaba siempre que entraba al Ezkurdi: el sonido seco de la pelota chocando contra el frontis. Todo tan cercano… los pelotaris apenas a unos metros de distancia.

La función no había empezado y el bullicio era tremendo y la música… Ahora no se puede entender el festival sin la música. Antes eran los corredores y ahora… forma parte del espectáculo.
No había manera de encontrar dos butacas libres en la parte inferior, y eso que faltaba media hora para que arrancara la fiesta.
Nada, Juanito. Al “gallinero” como en los viejos tiempos cuando había casi función diaria y a veces doblete .
Los viejos tiempos de Altuna y Eibar; Ibarreche y Zarandona. Chiquito en solitario jugando contra dos…
Y bastante antes. Cuando nos llevó al Ezkurdi por primera vez nuestro padre. Tendríamos diez u once años y seguimos los partidos desde el “gallinero” porque la parte de abajo estaba petada de gente, como el lunes pasado, Juanito.
Recuerdo verle jugar a Chucho y a un zaguero mejicano con mucho juego, un revesista llamado López que jugaba con un guante de cuero en su mano izquierda.
El bullicio de los corredores donde destacaba la figura de Emilio “El Cubano” con su diminuta boina y gafas oscuras, que a nosotros, chavales, nos hacía recordar el “Caco Bonifacio” de los tebeos.

Bajo a las gradas de cancha para sacar unas fotos. Sabino Olarreta nos cede dos butacas para que podamos seguir los partidos desde la grada de abajo, hacia la altura del cuadro diez (Sabino siempre ha sido una buena persona).

Esta vez, Juanito, fuimos al Ezkurdi a ver jugar a Erika, que como bien sabes, la conocimos en Dania, a ella y a su hermano Gorka (Atain), ese zaguero que tanto nos impresionó (¿y a quién no?).
Se disputaba la final del Women Series (no entiendo por qué demonios tienen que utilizar semejantes anglicismos). La cosa es que cuatro chavalas de menos veinte años disputaban la final de ese torneo que llevaba tres llenos consecutivos.

Me fijo en el marcador y aparecen los nombres de las puntistas por su nombre de pila: Erika y Arai contra Maite y Maialen. Tampoco lo entiendo. Me viene a la memoria los nombres de las antiguas raquetistas: Maripi, Juanita, Dorita, Iciar… No se lo que pensarán las feministas. Después de tantos años volvemos por las andadas. En fin, solo por comentar.

Una advertencia, Juanito. Cuando se observa el deporte femenino hay que hacerlo con una mente abierta. Olvídate de lo nuestro. Borrón y cuenta nueva. Sin prejuicios. Sin entrar en comparaciones. Son dos mundos compartidos pero cada uno con sus peculiaridades.

Lo importante es que estas cuatro chavales ofrecieron un buen espectáculo ante un público entregado. Se ve a la legua que llevan muchas horas de ensayos. La seguridad en el enceste es lo que más llamó mi atención.
Qué quieres que te diga, Juanito. Simpatizaba con Erika (Mugartegi) por eso de haber compartido tailgate e incluso mesa y mantel y baño en la piscina de los apartamentos. Pero enseguida me di cuenta de que Maite Ortiz de Mendibil, la alavesa, juega un rato a la pelota. Su juego es completo, sus posturas, su toque, hacían presagiar que con un poco de ayuda de Aldazabal; Mugartegi y Lejardi, lo iban a tener crudo.
Ahora bien, las dos pelotaris de Markina-Xemein fallan menos que Elola y Mendi (de Markina). ¡Vaya dos secante! Además, Erika tiene un revés que parece una postura de golf, largo, tanto que a la mínima pone la pelota en la pared de rebote.

El material, a las pelotas me refiero, muy apropiadas. Los peloteos largos y la emoción extrema como reflejaba el marcador. El partido lo ganó la pareja de Markina-Xemein por dos sets a cero; pero no creas, estuvo en un tris de que se lo llevaran la alavesa y la puntista de Berriatua: Aldazabal.

Las chicas han irrumpido en el escenario y es una gran noticia para la modalidad de la cesta curvada. Un deporte si se precia de moderno no tiene futuro sin la presencia de las mujeres. Lo estamos viendo día a día. Y le ha llegado el turno a la cesta-punta.
En Markina-Xemein eran cuatro las practicantes; ahora son diez. Pienso que algo parecido ocurrirá en otras escuelas.
Se escuchan voces reivindicativas exigiendo un lugar para ellas.

¿Sabes lo que me venía a la cabeza al verlas jugar? El frontón de Magic City con sus 36 metros y el tipo de material que emplean. Pienso que lucirían mejor todavía.

Después del partido, de la final de mujeres, saltaron a la cancha Erkiaga y Barandika para disputar la final de un torneo que parece sacado de la manga para rellenar el Torneo de mujeres.
En el Winter Series de Gernika aciertan de lleno con el material, con las pelotas. En el Ezkurdi, sin embargo, tanto las dos semanas anteriores como esta de la final, pienso que no han acertado con el tipo de pelotas empleado. Demasiado vivas.
Si es complicado jugar mano a mano en una cancha no habitual, sin ritmo de juego en esta disciplina de la single, añádele un material inapropiado a las características de la cancha. El resultado es que desluce el espectáculo. Hubo destellos de clase —cómo no iba a haber con dos pelotaris de semejante nivel. Ahora bien, jugar lo que se dice jugar… no disfruté con el partido.
El pelotari no puede andar a merced de la pelota, descontrolado la mayoría de las veces.
Ganó el partido Erkiaga, pasando apuros en el segundo set, en un partido sin pena ni gloria.

Las verdaderas ganadoras, las protagonistas, fueron las cuatro pelotaris que disputaron el partido anterior.
La fiesta es contagiosa y yo también sucumbí a su encanto.
El viejo Ezkurdi, Juanito, el frontón que te hizo pelotari, se llenó por tercera vez consecutiva. Nadie creo que echara en falta los tiempos de los Piedra, Rafa Revuelta, Emilio “El Cubano”, de Altuna y Eibar, ni de Ibarreche y Zarandona…
La mayoría de los asistentes del pasado lunes ni habían nacido todavía. Una buena señal.

Nos vemos en el tailgate, Juanito.

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