¿Funciona o no funciona?

Cuando un lector no entiende o interpreta el texto de manera equivocada el escritor piensa que se trata de un fallo del lector. Cuando son dos los lectores que no lo entienden, la duda surge. Si son más de dos los que no lo entienden, entonces lo tengo claro. El escritor no ha sabido hacerse entender. Esa es la impresión que tengo tras escribir el articulo y leer los comentarios que ha suscitado: «El Divino» y «Boliña… son historia.

Yo no estoy en absoluto en contra de las apuestas. Cómo lo voy a estar si mi carrera de pelotari profesional fue posible gracias a que esa industria se alimentaba de las apuestas. Cómo lo voy a estar si un hijo mío es profesional en uno de los frontones de Florida, en Dania, y si sigue abierto es gracias a la apuesta, al igual que Miami. A mi me encanta el ambiente de los frontones con corredores y partidos a 35 tantos. Lo he conocido desde mi infancia. Ese ambiente de frontón es maravilloso. Ahora bien, ¿funciona o no funciona? Ahí está la madre del cordero.

Si algo no funciona. Es decir, no vende. El sistema nos enseña que, o bien, cambia o desaparece. Aunque sea muy a nuestro pesar. De chaval me encantaba la teleserie «Bonanza». La veíamos a diario. Los «Cartwright» eran casi parte de la familia. Hace tiempo que desapareció de la pequeña pantalla. Se hicieron viejos los protagonistas, algunos murieron, o los encargados de programación decidieron que ya estaban desfasados. Por lo que sea, muy a mi pesar, los «Bonanza» son historia. Otras teleseries han surgido y seguirán viniendo porque son lo suficientemente atractivas para seguir siendo vendidas.

La renovación a través de la innovación son el santo y seña de la sociedad de consumo en la que vivimos. El consumidor manda y para eso los vendedores hacen estudios de mercado. Aun así, de los miles y miles de productos que invaden el mercado cada año, la mayoría no funcionan hasta que, de pronto, algo funciona. La televisión es un buen ejemplo. Se producen programas de todo tipo, series, concursos, realitis… si no consiguen la audiencia suficiente, se retiran. Sin más. Puede gustar a una minoría, pero si no llega a los parámetros de audiencia que los directivos consideran, se retiran.

Yo de chaval era un ávido lector de tebeos, los he leído a cientos. Los videojuegos, las consolas, este tipo de soportes son los que usan los jóvenes en la actualidad. A mi, personalmente, me espantan. Pero no por eso estoy en contra de que los chavales se diviertan de esa manera. Me encanta la prensa escrita, los periódicos de papel. Sin embargo, cada vez se venden menos. Los lectores, que siempre existirán, se decantan por otro tipo de soporte: el electrónico. Al igual que los libros de toda la vida. Prefiero sentir físicamente un libro en mis manos que no una tableta. Sin embargo, los libros electrónicos se imponen cada vez más.

Prefiero mil veces más el modelo de explotación «de toda la vida», el frontón con corredores y partidos a 35 tantos, de tres o cuatro funciones a la semana que no, por poner un ejemplo, esos festivales como el de Hondarribia donde se mezclan la gastronomía con la pelota y los partidos son a juegos. Sin embargo, si el sistema tradicional no vende y este de paella y frontón lo hace. Pues adelante, fantástico. Enhorabuena a los que han ideado este tipo de festivales. No seré yo quien lo critique.

Es muy fácil subirse al buque «Nostalgia» y formar parte de la tripulación pero no darse cuenta de que la corriente te lleva río abajo y allí, en algún lugar, hay una cascada donde el buque se va a hacer añicos.

Hace un unas semanas estuvimos con la asociación Pilotarien Batzarra en Barcelona donde visitamos el histórico recinto, el frontón Principal Palacio. Se halla en un estado de semi abandono. No lo suficiente como para no poder remozarlo sin mucha inversión. Propongo a los defensores a ultranza del sistema de explotación clásico a intentar reunir un capital, a través de un crowdfunding, cooperativa o lo que sea, y reabrir el entrañable frontón con el modelo «de toda la vida». O sea, funciones a diario, catorce corredores y 45 pelotaris, puntistas o palistas, o mezclados. Si hubiera un emprendedor o varios con la suficiente valentía para llevarlo a cabo, yo me llevaría una gran alegría. Porque me encanta ese sistema tradicional de explotación. Ahora bien, que no cuenten conmigo aunque me toque la lotería. Porque sigo pensando que «Bonanza» es irrecuperable, muy a mi pesar.

El pasado día del «Carmen» el frontón de Markina se llenó hasta la bandera. Entre el numeroso publico, decenas y decenas de ex puntistas. Un letrero encima de las ventanillas de taquilla señalaba: «Se suprimen los pases de favor». Pues bien, días después, de buena fuente, me informaron que los que habíamos pasado por taquilla pagando los 20 euros correspondientes fuimos: 484 espectadores de pago. El resto, más de medio aforo, vio los partidos sin pagar. Cada cual que extraiga sus propias conclusiones.

En mi anterior escrito yo no planteaba un plebiscito: apuestas sí, apuestas no. Yo no conozco el vinculo existente entre el mercado de las apuestas y el deporte. Soy consciente de que a través de internet y salas de juego se puede apostar de mil maneras. Personalmente como consumidor no me interesa nada ese mundo. Ahora bien, como habitante de este planeta entiendo que hay miles y miles de personas por todo el mundo que demandan la posibilidad de apostar. Si el jai-alai se engancha de alguna manera a la apuesta on line y genera recursos suficientes para salir adelante: fantástico. Los puristas estarían de acuerdo con esta alternativa, me pregunto.

Porque, qué es lo que queremos, ¿jai-alai a la carta? En Florida y en Filipinas quinielas (por cierto, me gustaría saber la opinion de los puristas sobre el modelo de la quiniela y la esencia de la pelota)  y que miles y miles de internautas sean capaces de apostar su dinero y que el negocio sea un éxito. En Markina, no, en la «Uni», el modelo de toda la vida, corredores y a 35 tantos. A poder ser, además, partidos en Durango  la víspera y al día siguiente en Gernika. En Hondarribia, paella y pelota. En Iparralde Goiko y López acaparando más y más títulos.

No digo que la apuesta ha de apartarse de la cesta-punta, pero lo que no veo nada claro es lo que hay que hacer para enganchar al publico y el jai-alai no se convierta, en el mejor de los casos, en un portal de apuesta para unos internautas que les da lo mismo apostar quién gana o por cuantos tantos o si López va a salir a la cancha con una codera blanca o azul.

Soy consciente de que son muchas las personas que apuestan en diferentes deportes, sea el fútbol americano, el basket o el soccer europeo. Tengo la impresión de que el éxito principal de estas disciplinas se basa en su atractivo para las masas. El consumidor encuentra lo que busca. La apuesta es un accesorio, una industria paralela pero secundaria. Por poner un ejemplo, no creo que la Real y el Athletic dependan de la apuesta, otra cosa es que en alguna manera, bien a través de las quinielas o por alguna otra vía, les llegue unos ingresos extra. ¿Si se eliminara la apuesta del fútbol europeo y del americano, desaparecerían estos deportes…?

El modelo tradicional de explotación en la pelota vasca, rotundamente, sí. Los datos objetivos están ahí.

Por eso soy de la opinión de que el quid de la cuestión es comprobar si un modelo de explotación concreto funciona o no. Si otro tipo de apuesta on line, o lo que sea, es suficiente para mantener viva la especialidad, no es poco. Si además es capaz de crear valor añadido. Es decir, que enganche a un publico nuevo que pueda gozar del espectáculo, sin depender vitalmente de la apuesta, mucho mejor. Pero de lo que sí estoy convencido es que los «Bonanza» no van a volver a la televisión, muy a mi pesar.

 

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