Y el Estado de Florida legalizó las apuestas

Estimado Bandini
Déjame que te cuente una historia que aunque parezca mentira está basada en hechos reales.
El 20 de marzo del año 1930 el patrullero, ayudante del shérif , Joke Acarrezzi, se puso en estado de alarma cuando escuchó por la radio de su coche que el gobernador Carlton había telegrafiado a todas las oficinas de los shérifs de Florida dando instrucciones bien claras.
“Tenemos constancia de que Al Capone viene hacia Florida. Arrestarlo y escoltarlo hasta los límites del Estado, con instrucciones de no regresar. No puede permanecer en Florida. Si necesitan ayuda adicional, no duden en llamarme”.

Eran las cuatro de la tarde, acababa de caer una tromba de agua cuando el ayudante del shérif estaba patrullando al norte de la ciudad de Pensacola, dentro de los límites del condado de Escambia. Detuvo su coche y lo aparcó en una vaguada junto a la autopista. Podía perfectamente ver los coches procedentes del norte en dirección sur.
Acarrezzi divisó una hilera de autos de color negro rumbo al sur. Un cortejo de media docena de autos, en medio una limusina.
Encendió el motor de arranque del vehículo y dio un acelerón mientras se incorporaba a la interestatal. Giró el interruptor y las luces amarillentas sobre el vehículo se activaron. No duró mucho la persecución. A la altura de la limusina hizo señas al conductor para que detuviera la limusina en el arcén.

Corría el año 1929, Doyle Elam Carlton, nacido en Wauchula, Fla. de 44 años, del partido demócrata, después de ser fiscal general en Tampa, hacía un año que se había convertido en el gobernador de Florida. Lideraba una cruzada contra la legalización del mundo de las apuestas.
“Florida no será el paraíso para ladrones y criminales, ni servirá de cuartel general de pistoleros”.
Su punto de mira señalaba a Al Capone, el mafioso de Chicago que tenía su residencia de invierno en Miami Beach.
Para el gobernador Carlton, Al Capone suponía “una amenaza para la seguridad y el bienestar de los residentes”.

En esos años, en Miami, empresas de pari-mutuel: hipódromos, canódromos y jai-alai, operaban en una especie de limbo donde el público podía apostar pero sin serlo de una manera abierta. Dificultando la credibilidad del negocio e impidiendo su crecimiento. Los dueños eran los primeros interesados en aliarse con el estado para legalizar las apuestas.

Al Capone se resistió a las indicaciones dadas por el ayudante del shérif y fue detenido por éste. Pasó una horas en la cárcel local pero acabaron soltándolo. El método empleado por el gobernador no tenía ninguna base legal.
Capone siguió su viaje hacia el sur de la Florida donde residió hasta que murió el año 1947.

A la postre, Carlton no pudo con Al Capone ni con su cruzada contra la legalización de las apuestas. La época que le tocó gobernar fue una llena de problemas.

En el tiempo en que Carlton se convirtió gobernador, Richard I. Berenson se reunió en Boston con los dueños de “Fronton Exhibition Compañy Inc.”, propietarios de Miami Jai-Alai. Le explicaron la situación. El negocio era deficitario. Berenson llegó a un acuerdo. Se haría cargo como gerente de la empresa con un 10% del capital. Trato hecho.

En 1930 Florida tenía graves problemas financieros, las ciudades y el estado endeudados. Eran los años de la Gran Depresión, una época devastadora para ricos y pobres. Los negocios inmobiliarios colapsaron en Florida. El Gran Huracán de Miami el año 1926, el de Okeechobee en 1928, y la epidemia de la mosca de la fruta de los cítricos, dejaron el estado en la ruina.

Los defensores de la legalización de las apuestas vieron llegar su momento. El argumento era contundente. Los ingresos ocasionados por las apuestas supondrían ingresos fiscales. Mejor legislar lo que no se podía controlar.

Carlton hizo enemigos. Recortó el sueldo de los funcionarios y eliminó trabajos para ajustar el presupuesto.
El gobernador hacia oídos sordos. En mayo del año 1931, se opuso a una ley para discutir sobre el pari-mutuel. “Es insólito y producto de la ignorancia desde una posición económica, política o moral, el implicar al estado en una alianza para legitimar la apuesta de cualquier tipo. Si empezamos con los pari-mutuel, dónde acabaremos, se preguntaba el gobernador.

Joseph Widener, dueño del hipódromo Hialeah Race Track, declaraba al Chicago Tribune: “Si el estado no me da una ley, abandonaré el solar y a la gente”.

El 5 de junio de 1931 fue un día que el gobernador Carlton nunca olvidaría. La cámara de Tallahassee tumbó el veto del gobernador por tan sólo un voto. El estado de Florida legalizaba las apuestas de pari-mutuel pero solamente para hipódromos y canódromos. Cinco miembros de la State Racing Commission supervisarían el funcionamiento. El jai-alai de quedaba fuera.
El estado recibiría un 3% de las apuestas y un 15% de las entradas. Esto último se destinaría por igual a los 67 condados de Florida.

¿Cómo incluir a Miami Jai-Alai en la lista de apuestas aprobadas?

“Sin legislación sobre la apuesta, el frontón cerrará el próximo año”, amenazó Berenson.
El empresario procedente de Boston no cumplió su promesa. Siguió perseverando. Ante las dificultades por la falta de dinero entrante, llegó a tener un arrebato de ira y coger las maquinas expendedoras colocadas por gentes ajenas al negocio, y sacarlas a la calle en presencia del shérif.
Tuvo que esperar cuatro años y, con un nuevo gobernador, el 20 de julio del año 1935, la State Racing Commission de Florida extendió el permiso para que Miami Jai-Alai, legalizara la apuesta.

El periodista Andrew Beyer escribió: “Los padres fundadores de Miami deberían dedicarle una placa en la calle Northwest 36 y la avenida Douglas, para conmemorar un evento histórico que ha influenciado la vida moderna. Se leería: Una cancha de apuestas exótica fue inventada aquí por Richard I. Berenson”.

Bandini, así se escribe la historia. Me pregunto si el estado de Florida no hubiese legalizado el jai-alai. ¿Qué hubiera sido de nuestras vidas, de nuestra trayectoria laboral? Mejor dejarlo como está. Un recuerdo. Un mundo que no existe ya.

P.D.
Este escrito, una recreación, basada en gran medida en el excelente libro escrito por Paula Morton, titulado: `Jai-Alai: A cultural History of the Fastest Game in the World´.
Lo puedes encontrar en Amazon. Muy recomendable.

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