Cualquier información bien la voy a pagar

Mi querido Bandini
En la crónica anterior te hablé de un encuentro que tuve con Perico, un amigo de la infancia.
De cómo hablamos sobre un festival benéfico que se celebró en Tolosa, en el frontón Beotibar. Si bien escarbamos en nuestra memoria, y para eso Perico es un fuera de serie, quisiera decirte que algunos datos que yo daba son incorrectos.
Eso es lo que tiene no poder recordar con claridad los hechos. Pero para eso está mi “corresponsal”, mi amigo de la infancia. Y están además las redes sociales, las hemerotecas, que gracias a ellas hemos podido recabar más información sobre ese glorioso día.

No ocurrió el año 1967, sino un año más tarde, en el 68. En octubre en concreto, el día 25 a las 7 y media de la tarde.

La primera pista, aportación fotográfica incluida, ha venido de Jose Mari Goitia. El pelotari de Markina-Xemein que reside en Florida me envió un correo con foto incluida donde señala que en un principio él era uno de la partida, pero un pelotazo unos días antes en el Deportivo de Bilbao, le impidió tomar parte en el festival benéfico.
Los organizadores tenían una boina preparada con su nombre bordado, y aunque finalmente no intervino, se la dieron. (Ver fotografía)

Es más, mi corresponsal Perico, hurgando en las hemerotecas ha rescatado dos crónicas de esos días. La primera, donde se da la noticia del festival; y la segunda, la crónica de cómo fue.
Nuestras dudas aclaradas. Andábamos cerca, pero los hechos variaban.

El primer partido lo disputaron Alfredo-Cortajarena contra Alonso-Arruabarrena I. Vencieron Alfredo y Cortajarena 30 a 23. Este es el partido que iba a disputar nuestro amigo Goitia, fue Alonso el que le substituyó.
(Alfredo es un pelotari nacido en Zaldibar que jugó en Dania Jai-Alai hasta el 68. Alonso, por su parte, nació en Treviño (Burgos), jugó en Miami y, si no me equivoco, se trata del Alonso que hacía referencia Chucho Larrañaga como uno de sus delanteros favoritos junto a “Fraipa” Eizagirre).

El estelar fue de campanillas. Urcola-Chimela (pelotaris locales) contra el gran Alex Solozabal y Ricardo Lasa. Vencieron los tolosarras por un tanto: 30 a 29.

Según la crónica del periodista Paco Ezquiaga: (…) “el último tanto lo hizo Urcola de saque, marcando las dos paredes. El público salió encantado. Y más emocionado el párroco tolosano, quien en la misma cancha recibió de Urcola un cheque de 101.700 pesetas, importe a que asciende el beneficio obtenido en el festival. Los pelotaris que actuaron desinteresadamente, recibieron sendas boinas y trofeos como recuerdo” (…)

En este ejercicio de introspección arqueológica de nuestra historia puntista, se van desvelando lagunas.
Dio lugar el año 1968, año convulso en los frontones americanos y, por ende, en los nuestros. Los pelotaris de Florida, la mayoría secundaron un plante ante los empresarios. No regresaron a sus puestos de trabajo. Fueron substituidos por pelotaris esquiroles, vascos la mayoría. Supuso un antes y un después. Nada volvió a ser igual.

Los huelguistas, muchos de ellos, no pisaron tierra americana para jugar. Hasta el año 1976, cuando se abrió Bridgeport (Ct.). Los llamados Ases acudieron a la llamada de Ricardo Lasa, intendente del frontón (uno de los participantes en el festival del Beotibar).

Paradójicamente, la maniobra de los pelotaris de Florida, los que secundaron el plante, permitió que accediera una hornada de pelotaris jóvenes que de lo contrario lo hubieran tenido muy complicado el debutar en América. No hay mal que por bien no venga.
Fue un relevo generacional traumático, pero que funcionó.

Mientras los “rebeldes” atravesaban el desierto, una nueva época arrancó en Florida con la apertura de nuevos frontones y la ampliación de temporadas. Un tiempo que demandaba mano de obra a mansalva, la industrialización del jai-alai era un hecho.

Parecía que esa industria iba a durar toda la vida, pero los ciclos están ahí. La siguiente huelga, la del 88, se encargó de hacer saltar por los aires un sector dormido en los laureles, incapaz de crecer por su falta de innovación, y para más inri, con muestras de agotamiento, los datos económicos así lo indicaban. A la supuesta máquina de hacer dinero le costaba cada vez más mantener el ritmo.

No hemos tenido la fortuna, Bandini, no hemos estado en la posición de otros deportes, como tu querido beisbol, donde ha habido huelgas importantes pero el sector consigue darle la vuelta. El jai-alai jamás logró presencia social más allá de lo residual. Encorsetado en un mercado (parimutuel) tutelado por el Estado, por su legislación, parte de un oligopolio (junto a los canódromos e hipódromos), cuando se abrió el melón, las hostias han venido de canto.

Fue muy bonito mientras duró.

Ya ves, Bandini, que me he ido por las ramas. Empecé hablando del Beotibar y acabo soltándote chorradas predicando en el desierto.

Pero bueno, déjame decirte que mi anterior crónica tenía varios errores.
Plantta, Ramón Maiz Eguibar, el empresario de Villareal de Urrechua, no era hermano de Pepe “El Gordo”, padre de “Cacharritos” Alberdi, sino cuñado.
Josetxo Usabiaga, del bar “Asteasuarra” de Tolosa, no jugó la quiniela del Beotibar. Estaba ya en Madrid junto a Gildo, Chiquito de Urrestilla y Tomás Arregi (Uría en Dania) entre otros productos de la factoría tolosarra.
Uno de los que tomó parte en esa quiniela fue: Segurola del bar “Ladis” de Ibarra, que años más tarde llegó a jugar a baloncesto en Askatuak.
En lugar de Tomás Urbistondo es Fernando su nombre…

Nos falta todavía completar el elenco de las seis parejas. En ello está Perico, mi sabueso, mi corresponsal. Tal vez los hermanos Mendi, desde Florida, puedan aportar más información.
Como cantaba Silvio Rodriguez: “cualquier información bien la voy a pagar”…

 

 

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