El casco salvó mi vida

Querido Bandini
No te lo he contado hasta ahora pero en cierta ocasión ocupé la primera plana de la página deportiva dedicada a la pelota en un periódico guipuzcoano: La Voz de España.
Sí, como lo lees. El cronista, Francisco Ezquiaga, me dedicó el titular de ese día. Un lunes y yo era el protagonista de ese fin de semana. Estarás pensando que estaré lleno de orgullo. Un motivo para fardar delante de los nietos. “Mirad, vuestro abuelo, hasta dónde llegó”…

Nada de eso, Bandini. El titular iba dirigido a mi persona. Yo era el protagonista pero relacionado con un suceso, un accidente de cancha. No te parece un tanto triste llegar a ese punto, ocupar una portada y que se trate de un accidente, en lugar de algo como:
“Zulaica, arrolló en Gernika”… o bien: “Zulaica, una vez más, el mejor de los cuatro”…

“EL CASCO LE SALVÓ LA VIDA AL PUNTISTA TOLOSARRA ZULAICA”, ese fue el titular aquel fatídico 5 de octubre del año 1976. Es decir, hace ya 56 años. Yo contaba 20 años y la empresa: World Jai-Alai me había mandado de Tampa a jugar a Gernika después de que completara una magnífica temporada.

Digo que fue magnífica porque conseguí terminarla siendo líder en el campeonato como máximo ganador de quinielas: most wins. Por delante de Bolibar, el amo y señor en el frontón ubicado en la avenida Dale Mabry.

Esa temporada, el de Bolibar la comenzó con un par de semanas de retraso. Una enfermedad le impidió empezar con el resto del cuadro. Yo era un jovencito de 20 años jugando las primeras quinielas que aspiraba a mejorar su juego. Fui confiándome, el intendente, Enrique Beitia, me fue ayudando y poco a poco fui consolidando la ventaja en el récord de quinielas. Hasta tal punto que la terminé liderando por delante de Chiquito.

La única temporada de las que jugó el de Bolibar en Tampa que se le escapaba un título, tanto era su dominio.

Pues bien, ese fue el año, 1976, que Beitia me mandó a jugar a Gernika.

Después de 46 años recuerdo perfectamente la combinación de ese partido. La jugada que ocasionó el pelotazo. Mi delantero era Larrea, pelotari de Dania, jugó también en algún frontón con el nombre de Oñastegui. Un buen pelotari, completo, con mucho juego. Los rivales eran Echano (Karakatre) de Markina-Xemein y su zaguero: Sagasta (“Chato” Arregui) de Legorreta. Los tres jugaban en Dania.

Íbamos empatados a 30 tantos en el estelar de esa tarde. En el peloteo Sagasta encestó con la derecha, yo estaba un poco adelantado, muy cerca de él, tanto que al ver su postura de medio lado, di un paso hacia atrás. Fue en ese momento que del brazo extendido y de la cesta de Sagasta salía la pelota para chocar contra mi cabeza después de un recorrido de un par metros. El impacto fu brutal. Un error mío de cálculo,, un exceso de confianza.

Caí como caen los boxeadores cuando les pillan de lleno y se desploman en la lona.
Un cuerpo muerto. Rodilla en tierra me incorporé y la sangre llenaba mi frente. El casco me había salvado la vida a pesar de que el impacto fue en la parte izquierda por encima de la sien. La cinta que rodeaba el casco y se ajustaba en la circunferencia de la cabeza, se hundió y me produjo un corte en la frente.
Los cascos provistos por World Jai-Alai, creo que la marca era gladiator, no serían los mejores, pesaban bastante, pero eran sólidos. Me salvó la vida.

Me acompañaron a vestuarios. Arratibel, el intendente, había llamado al doctor. Mi padre acudió con la cara desencajada, no era el único. “Chato” Arregui-Sagasta estaba pálido.

Me vendaron la frente. El médico me dijo que al día siguiente tenía que ir a un hospital de Bilbao donde me harían un escáner de la cabeza y del que resultó una fisura en el cráneo; y de esa manera emprendimos el camino de regreso a Tolosa.

Nos paró la guardia civil en varias ocasiones. Habían puesto controles de carretera en innumerables puntos. Algo grave había sucedido. Los guardias me miraban con cara desconcertada al ver mi frente vendada.

No me ha costado dar con la fecha en la hemeroteca de la Voz de España.

El mismo día, ETA atentó contra Juan María Araluce, Diputado General de Gipuzkoa. Araluce y tres de sus guardaespaldas más el chófer fueron ametrallados en la Avenida de la Libertad en Donostia. Recordaba que el pelotazo y el atentado se produjeron ese día. Busco en google y fue un 4 de octubre, los titulares fueron del día siguiente.

La cartelera de pelota ocupaba gran parte de la página. Hubo partidos de pala en el Balda de Donostia, en el Deportivo de Bilbao. Mano en diferentes pueblos. Cesta-punta en Gernika y en Durango.

El partido anterior al nuestro lo disputaron: Sever y Sarría contra Larrinaga y Lesper. El tercer partido: Onaindia y Santana contra Arriga II e Irazoqui II. No menciona el cuarto partido.

Al día siguiente mi apellido ocupó el titular en la página de pelota. La primera y última vez, mi querido Bandini.

En la historia de la cesta-punta ha habido innumerables pelotazos, con mayores y menores consecuencias. Algunas de ellas las menciona Paco Turrilas en su libro: «La pelota es redonda». Hemingway también habló ya que fue testigo del pelotazo que sufrió «Tarzán» Ibarlucea. Erdoza Menor, «El Fenómeno», sufrió un aparatoso pelotazo. Pero el más sonado tal vez se trate el de Fernando Orbea, en Durango, el año 1966.
A raíz de ese accidente se obligó al uso del casco. Si no me equivoco, al principio los delanteros. Cuando yo debuté en Zaragoza 4 años más tarde, nadie jugaba con casco. Tampoco en Milán el año 1973 ni en Barcelona. En Florida tanto los delanteros como los zagueros se protegían la cabeza con casco.

Afortunamdamente, su uso se extendió a todos los frontones, salvando muchas vidas, la mía incluida.

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